VOYEUR DE TERRAZAS
Tras otro fin de semana entero encerrada en casa desde el minuto 1 en que salgo por la puerta de la oficina, y tras 5 películas, la finalización de 2 temporadas que tenía a medias de 2 series, verme todos los videos habidos y por haber en youtube de la mano de Robin Food para aprender a hacer pan casero, rehacer la lista de los próximos libros que quiero leer, decorar con dibujitos adolescentes mi vacía agenda; tras salir a pasear por el Matadero maquillada con sombra de purpurina buscando una cerveza en un bonito Food Truck cuando ya habían cerrado, sin que nadie me saque a bailar, ni quiera compartir conmigo el binomio de la más absoluta felicidad compuesto por croquetas y cerveza; tras conformarme con mi plato de brócoli hervido al volver a casa, y revisadas todas las actualizaciones una y otra vez de Facebook e Instagram de arriba abajo, y abriendo periódicamente whatsapp por si ha habido algún problema de conexión que no deja entrar los mensajes; he vuelto a mi vicio secreto desde hace un par de primaveras: ser voyeur de las terrazas. Hasta la fecha es uno de los vicios más sanos y baratos que tengo, simplemente consiste en salir a pasear por una zona bonita llena de terrazas y observar con detenimiento todas las cañas fresquitas, las jarras, los vinos blancos, gintonics, coca colas, y platos de patatas fritas, aceitunas, queso, frutos secos y alguna vez hasta una buena tapa, que haya sobre la mesa y morirme de la envidia. Sólo eso. Pasearme de forma masoquista por las mesas, autoinflingiéndome el dolor que sentiría un niño diabético delante de un escaparate de cupcakes, y volver a casa. Supongo que me da cierto placer ver el hedonismo de la gente, y lo sencillo que parece alcanzar la felicidad a la española. Así que si sois de los que frecuentáis la zona de la Latina o Lavapiés una mañana o tarde soleada con vuestros amigos, y observáis a una chica tamaño hobbit, que mira vuestras mesas con la cara de Hannibal Lecter, o el ansia del niño gordo de Matilda delante de la tarta de chocolate, no os preocupéis por vuestros móviles o las carteras, soy inofensiva, simplemente me limito al cigarrillo de después de haber disfrutado de tal derroche de excesos, y vuelvo a casa tranquila.